jueves, 22 de enero de 2009

AGUJEROS

En el subcosciente permanece fijado el miedo a la oscuridad, y ese miedo se hace más patente ante un agujero... como la boca del lobo que nos puede engullir. Desde muy pequeños esa ansiedad domina incluso la imaginación, y en los huecos oscuros y escondidos anidan los temores y pesadillas a los que no queremos o podemos hacer frente, con el paso de los años intentamos convertir esos temores en algo irracional, una fantasía infantil que hay que superar y olvidar, pero en la mayoría de los casos simplemente trasformamos la imagen de esos "monstruos" en elementos que conocemos, dotándolos de unas carácterísticas y cualidades "eales" que podemos identificar y a las que nos podemos enfrentar, o eso nos hacemos creer.


El miedo es un factor con el que apenas se interacciona, huimos de el, lo evitamos, intentamos ignorarlo, pero nuestro organismos trasforma todo un conjunto de procesos físicos en sensaciones y comportamientos que escapan al control de los que pretenden ignorarlos. Eso no quiere decir que podamos llegar a tener un control absoluto de nuestras emociones y sensaciones para dominar el miedo, pero desde luego conociéndonos mental y físicamente, en las manifestaciones que nuestro cuerpo crea y en aquello que nos coloca en una situación de estres que pueda desencadenar un estado de ansiedad o pánico, podemos ser conscientes de este proceso y si no podemos evitarlo o dirigirlo al menos seremos capaces de conseguir que no nos distorsione significativamente nuestros sentidos y creatividad... la inaginación desata el miedo y también puede llevar a controlarlo pero para ello es necesario conocer los límites de nuestra "racionalidad".


El miedo que desencadena un agujero negro no es por su color... si fuese rojo sería igual de tenebroso, es la idea de que avanzamos hacia un punto donde no existe mas salida que la que vamos dejando a nuestra espalda, y esa sensación de adentrarnos en lo desconocido dejando atras lo que conocemos incrementa la ansiedad, mas aun si tenemos la certeza que llegados al final la salida está volviendo sobre nuestros pasos. Cualquier práctica, cualquier estrategia no debe ser cerrada, no debe ser un agujero negro, una cueva; sino un tunel, que aunque carezca de luz y sea largo, al final, delante de nosotros vuelve a surgir la luz, la imaginación debe trabajar para ayudarnos a crear esa salida, ese punto de luz al final del tunel, por ello es importante no aferrarse con determinación al conocimiento sino esforzarse en crear y entender la manera en la que lo interpretamos y podemos usarlo individualmente.